Actualmente no existe evidencia científica sobre la relación entre intolerancia alimentaria y problemas dermatológicos.
La única sustancia que ha demostrado presentar una relación con los problemas dermatológicas es la intolerancia a la histamina o histaminergia.
Este cuadro se produce cuando existe un desequilibrio entre la producción y eliminación de histamina, bien por un alto consumo de alimentos ricos en histamina o en tiramina o por una actividad reducida de la enzima responsable de parte de su eliminación (diamino oxidasa).
Ello provoca niveles elevados de histamina en sangres, que se han relacionado con cuadros como: rash, urticaria, rosácea, prurito, eczema a nivel cutáneo y otros síntomas sistémicos como: cefalea, diarrea, hipotensión, taquicardia, etc.
¿Por qué en las intolerancias no se manifiesta y sí en las alergias?
Las alergias cutáneas están producidas por una respuesta del sistema inmune anómala que produce que nuestras defensas luchen contra unas sustancias determinadas (huevo, leche de vaca, marisco,…) mediante la producción de unas inmunoglobulinas llamadas IgE.
Ello produce una cascada de acontecimientos en nuestro sistema inmunitario que desemboca en un proceso de inflamación, rojez, picor y/o aparición de lesiones en la piel o en las mucosas debido a vasodilatación por liberación de sustancias como citoquinas, leucotrienos, histamina… que pretenden neutralizar a esa sustancia que nuestro organismo a identificado como nociva atrayendo a una gran cantidad de “soldados de defensa” a la zona donde se ha identificado. El mecanismo que subyace a este tipo de fenómenos se denomina reacciones de hipersensibilidad.
En el caso de las intolerancias alimentarias, el mecanismo subyacente no es conocido en todos los casos: puede existir la producción de otras inmunoglobulinas contra ciertas proteínas (no del tipo IgE), dificultad para la digestión de ciertas proteínas por alteraciones en el intestino del individuo, etc. Ello no desencadena una cascada inflamatoria como la provocada por la IgE con las consecuencias inmunológicas que ello conlleva.
Celiaquía y dermatitis
Existe un cuadro cutáneo clásico de la celiaquía que se denomina dermatitis herpetiforme de Duhring-Brocq.
Es un cuadro muy característico que nos puede hacer sospechar el diagnóstico de enfermedad celíaca tan sólo mediante la observación de las lesiones cutáneas.
A diferencia de la celiaquía, es más frecuente en varones y afecta a un 5% de los pacientes con enteropatía sensible al gluten.
Se trata de lesiones intensamente pruriginosas en codos y rodillas, espalda, nalgas y en ocasiones con lesiones en mucosa oral y genital en forma de aftas.
Son lesiones vesiculosas, como pequeñas bolsas de agua sobre una base roja o eritematosa y excoriaciones. Los dermatólogos somos los especialistas a los que son referidos pacientes con esta clínica, realizando el diagnóstico de celiaquía gracias al cuadro cutáneo en muchas ocasiones.
¿Por qué la intolerancia al gluten presenta signos externos?
La celiaquía produce a nivel cutáneo la aparición de un cuadro inflamatorio como resultado de la producción de unas proteínas de defensa contra el gluten que se denominan anticuerpos antitransglutaminasa epidérmica.
Estas defensas son unas inmunoglobulinas de tipo IgA que se depositan en forma de gránulos en las capas intermedias de la piel, provocando una inflamación en la zona, vasodilatación, edema y aparición de ampollas y vesículas como consecuencia.
En la biopsia con estudios inmunológicos específicos (llamados de inmunofluorescencia) es diagnóstcio el observar los depósitos de esta IgA en las papilas de la dermis, así como la agrupación de las células de defensa llamadas neutrófilos en esa zona.
¿Se podría diagnosticar –o al menos acercar al diagnóstico– una intolerancia alimentaria observando la piel?
Actualmente, los médicos que practicamos la medicina basada en la evidencia científica, solo podemos realizar el diagnóstico de celiaquía e intolerancia a la histamina mediante el examen dermatológico.
La presencia de otras alergias alimentarias sí que puede diagnosticarse mediante ciertos signos y síntomas clínicos dermatológicos, pero no el de las intolerancias.
No se cuenta a día de hoy con evidencia científica suficiente para realizar un diagnóstico de estos cuadros, excluyendo por supuesto el de intolerancia a la lactosa, que sí cuenta con un método diagnóstico eficaz.